“Ser experto en una materia no es suficiente para ser un buen profesor, también hay que saber impartirla". Así lo señala Damian Ross, experto en formación del profesorado del British Council y uno de los participantes del seminario Formación continua del profesorado: modelos de éxito e implicaciones para la enseñanza AICLE, organizado por el British Council y la Universidad de Alcalá.
Numerosas investigaciones han demostrado la importancia que tienen los profesores en el aprendizaje escolar pero, ¿cómo se puede favorecer su potencial? ¿Cómo se puede saber si la formación del docente tiene un impacto real en el aula? ¿Cómo se pueden conseguir buenos profesores, reflexivos e innovadores? ¿Cómo podemos implicar a las instituciones? Estas y otras cuestiones han sido debatidas en este seminario, celebrado el 9 y 10 de febrero en la Universidad de Alcalá, en el que han participado un centenar de representantes del Ministerio de Educación, las comunidades autónomas, las universidades y otras instituciones.
La jornada forma parte de los Policy Dialogues que cada año organiza el British Council con la colaboración de la universidad alcalaína. El objetivo era generar un foro de debate sobre el papel que tiene la administración, universidades, centros educativos, formadores y profesores, a la hora de crear buenos programas de formación continua.
Pablo Fraser, del equipo TALIS (Teaching and Learning International Survey) de la OCDE, y uno de los participantes de este encuentro, explica que “El aprendizaje continuo de los profesores es esencial porque los docentes se deben adaptar a los cambios metodológicos, pero también porque formarse incide de manera muy positiva sobre su motivación profesional”.
Fraser, que analizó los resultados del informe Talis (una comparativa internacional que evalúa calidad del profesorado y la importancia del contexto escolar), señaló que “si se analizan informes como el de PISA se ve que los alumnos cuyos profesores intercambian información, ideas y materiales, logran mejores resultados, pero todavía queda mucho por hacer”. En este sentido señaló que “En España, al igual que en otros países OCDE, existen diversas áreas para mejorar, tales como la disposición a abrir el aula” y destacó la importancia de instaurar figuras como el del “mentor docente”, que colabore con la formación profesional de los profesores. Además destacó la importancia del papel del director del colegio en la formación y recordó que “se necesita colaboración y apoyo institucional para conseguir que los programas de formación de los profesores sean realmente efectivos”.
Por su parte, Damian Ross, responsable de la implementación del proyecto Teaching for Success en el British Council, “Siguen faltando políticas de desarrollo profesional y existe una falta de coherencia a la hora de determinar de quién depende la responsabilidad de la formación de los profesores, lo que se traduce en que muchas veces las oportunidades para formarse sean muy limitadas”. “Debemos trabajar conjuntamente y apostar por la formación continua, ya que tener conocimientos de una asignatura no es lo que te permite ser buen profesor. Hay muchos factores a tener en cuenta y hay que saber cómo impartirla. Los buenos profesores son los que innovan y consiguen que sus alumnos estén motivados”, señaló.
Liz Savage, profesora de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Ámsterdam, invitada al encuentro, destacó el caso de Holanda, donde la inversión en educación del profesorado es considerada un ejemplo a seguir. “Invertir en la formación del profesorado es una apuesta de futuro. En Holanda existe una licenciatura en formación de profesores, un programa de honores e incluso otro de CLIL, para profesores de escuelas bilingües”, explicó. “La formación de los profesores es fundamental”.
Para Mark Levy, Director de Programas de Inglés del British Council, “es importante que, tanto los profesores como las instituciones, puedan conocer qué modelos están funcionando y compartir ideas para poder mejorar lo que ya existe”, señaló. “Hay que trabajar y crear políticas adecuadas que permitan que los programas de formación continua se lleven a cabo. Está demostrado que en un contexto de implantación de enseñanza bilingüe, cuando se invierte en la formación del profesorado, se consiguen mejores resultados, las clases son más participativas, y esto es beneficioso para el conjunto del aula, favoreciendo además la inclusión de los niños con más dificultades de aprendizaje porque los conceptos se repasan una y otra vez”.