Jueves, 13 de mayo de 2021

 

Día Internacional de la Familia

La relación entre ambas instituciones es fundamental para un desarrollo evolutivo y pleno del alumno. Para llevar a cabo dicho fin, tanto las familias como los colegios deben conjugar esfuerzos y mejorar la compenetración, ahora más que nunca

Madrid, 13 de mayo de 2021.- Tras los cierres de centros educativos en todo el mundo el año pasado y la irrupción de la educación a distancia a raíz de la pandemia, tanto a las familias como a los colegios no les ha quedado otro remedio que buscar juntos nuevas alternativas para seguir construyendo su relación y mantener así una enseñanza de calidad.  

Hemos vivido desde dentro este cambio en la estructura de aprendizaje y conocemos los retos y oportunidades que la pandemia ha creado tanto para los colegios como para las familias”, afirma Pamela O’Brien, Subdirectora del British Council School. “Una relación basada en la confianza y el trabajo mano a mano con las familias es fundamental para conseguir una educación completa en nuestros alumnos”.  

La educación de los hijos es la tarea principal de los padres, y la educación de los alumnos es la tarea principal de los profesores. Por lo tanto, las actuaciones de la familia y el colegio están profundamente relacionadas. En este sentido, Sonja Uhlmann, responsable de Protección de la Infancia del British Council, asegura que “en la actualidad, los padres, madres o tutores acuden a los centros educativos en busca de consejo o formación acerca de cómo educar a sus hijos e hijas. Ofrecerles herramientas para que ejerzan su papel de forma óptima redunda automáticamente en el bienestar de los estudiantes y les ayuda a desarrollar su potencial al máximo”.

 Por ello, el British Council School, en colaboración con el departamento de Protección de la Infancia del British Council, comparte cuáles han sido -y siguen siendo- los retos y las nuevas oportunidades que ha generado la pandemia en la relación familia-colegio:

  1.  La integración de la tecnología en la educación  
    El reto principal al que se han enfrentado tanto colegios como familias ha sido la utilización y el uso generalizado de las nuevas tecnologías en el ámbito educativo. Esto ha permitido el despliegue de modalidades de aprendizaje a distancia, mediante la utilización de una gran diversidad de formatos y plataformas. Trabajar en la red ha dado la oportunidad de colaborar de manera sistemática, coordinada y complementaria, tejiendo complicidades y relaciones a distancia. Las tecnologías han venido para quedarse y han demostrado sus beneficios.
  2. Sentir en primera persona el papel de profesores 
    Las familias han pasado a ser un agente educativo de primer orden y fuente de aprendizaje en esta crisis sanitaria. Han constituido un nivel imprescindible de colaboración con la educación y la consecución de las metas educativas. El confinamiento ha precisado como nunca de la complicidad de las familias en el proceso de aprendizaje. Estas han tenido la oportunidad de presenciar a sus hijos durante su jornada escolar, participando de una forma más activa y de cerca en el día a día de los estudiantes. Las prácticas, los deberes, la relación con sus compañeros, sus dudas y, también, sus momentos de satisfacción tras un nuevo aprendizaje. Podríamos decir que los padres y las madres se han acercado más que nunca al rol de profesores.
  3. Crear una red de confianza
    Nos hemos visto obligados a reducir la presencialidad de los padres en los colegios al máximo. Y esto es necesario de manera temporal y mientras dure la pandemia. En cambio, siguen siendo fundamentales las actividades, la asistencia a días especiales o reuniones cara a cara, y esperamos poder reanudarlas cuanto antes. La pandemia ha empujado a los colegios a comunicarse de manera más eficiente que nunca con sus comunidades y esto no lo podemos perder. La estrecha colaboración y orientación educativa y pedagógica que los centros proporcionan impacta de forma directa en el correcto desarrollo académico y emocional de los menores. La idea de bienestar se sustenta sobre la red que integran los centros educativos, junto con los padres, madres y tutores de los estudiantes. Como dice un proverbio africano “para educar a un niño hace falta una tribu entera”.
  4. Implementación de nuevas herramientas de aprendizaje y seguimiento
    La suspensión de clases presenciales obligó a plantear otras opciones para que las familias pudieran atender a las necesidades educativas de sus hijos en casa. A las formas de aprendizaje online sincrónico (en tiempo real) se sumaron las modalidades asincrónicas (sin interacción en tiempo real, en las que el aprendizaje se produce a través de contenido educativo utilizable en cualquier momento), las plataformas o aplicaciones educativas. Todos estos cambios resultaron al principio algo más difíciles, pero permitieron que los alumnos pudieran seguir aprendiendo y, además, fomentaron la relación y comunicación entre las familias y el colegio.
  5. Afrontar un futuro incierto es más fácil si se hace en equipo
    Las vacunaciones avanzan y las restricciones se levantan. Pero, desde los colegios, los datos constatan ya algunas de las secuelas: el impacto de la pandemia en la salud mental y en el desarrollo emocional de los niños. La mejor manera de prevenir que este impacto se cronifique es poner en marcha de forma inmediata programas de apoyo. Nuestras generaciones están ante un reto sin precedentes y, como se dice siempre, el todo será más que la suma que las partes. Afrontémoslo pues juntos.