Coincidiendo con el Día del Padre, educadores del British Council School han hecho públicas algunas de las recomendaciones recogidas en el Wellbeing Weekend 2018. Una iniciativa organizada para impulsar la educación emocional en los colegios e impulsada por el Colegio Británico, que contó con la presencia de Mª Jesús Álava, psicóloga y autora de libros como “La inutilidad del sufrimiento” (500.000 ejemplares vendidos), “La verdad de la mentira” (2016) o “Las tres claves de la felicidad”, entre otros, y Javier Urra, psicólogo, terapeuta y primer defensor del menor en España.
Bajo el lema "Los valores que les inculques hoy, son las semillas para su futuro", los expertos recomiendan no perder la capacidad de observación y alertan de las consecuencias de la sobreprotección infantil.
“Nunca los padres se han preocupado tanto por los niños y han estado tan perdidos”, explica Mª Jesús Álava. “Vivimos en un mundo en constante cambio marcado por la presión y la responsabilidad y los niños son observadores natos. Nos evalúan constantemente y debemos ser su referencia para que sean seguros el día de mañana. Lo que ocurre es que es complicado porque los adultos muchas veces no sabemos gestionar nuestras propias emociones”.
“Estamos sometidos a tanta presión que la proyectamos en los niños cargándoles de actividades para que estén preparados el día de mañana en un mundo competitivo. Y se nos olvidan principios básicos que son los que harán que puedan desenvolverse en él y sean mejores personas”, explicó. “Hay que inculcarles algo tan básico como la generosidad con ellos mismos y con los demás, la importancia de tener confianza en sí mismos, pero también de aprender a frustrarse y a gestionar esa frustración para que tengan recursos cuando las cosas no salgan como ellos esperan”.
Álava recalcó en este sentido la importancia de la autonomía en los niños: “Debemos enseñarles a relacionarse con los demás, a tener un pensamiento lógico, y esto implica dejarles libertad para hacer las cosas que saben hacer y para solucionar también sus conflictos, porque el día de mañana el mundo es duro y deben saber enfrentarse a él. Es muy importante entender que cada niño es único y hay que tratarle como tal, pero debemos marcar los límites porque la ausencia de normas es una barbaridad. Somos su referente y sin ese referente están perdidos”.
“Si observamos a los niños podemos hacerles un traje a medida”, -explicó- “pero debemos tener claras también las normas, cuándo las cosas son negociables y cuándo no. Los adultos hablamos mucho pero actuamos poco y ante un comportamiento inadecuado debe haber consecuencias rápidas y claras. No les regalemos todo a cambio de nada. Si les damos todo fácilmente no le darán valor a las cosas y terminarán por no darle valor a las personas”.
Por último, apeló al sentido del humor de los padres y a la flexibilidad. “Es importante no perder la capacidad de relativizar, porque nos van a medir y a retar a diario. Seamos coherentes, equitativos, utilicemos palabras que ellos entiendan y mensajes claros, tanto cuando les prometemos algo, como cuando les advertimos, prestémosle la atención que necesitan y, sobre todo, escuchemos a nuestros hijos. Si les interrumpimos cuando nos hablan porque ese momento no es importante, si le quitamos trascendencia a lo que nos cuentan, si no estamos alerta, será muy difícil que confíen en nosotros cuando tengan un problema serio”.
Opiniones compartidas con Javier Urra que, desde su experiencia, señaló que es muy importante darles seguridad, amor, límites y criterio. “Estamos dejando de ser ciudadanos para ser consumidores y estamos creando una sociedad en la que la mayoría de la gente se piensa que es más inteligente que la media. Pensamos que lo importante es el ‘yo’ y nos olvidamos de la importancia del ‘tú’, del de al lado. No educamos en la generosidad, sino en la posesión, en que lo mío es lo importante, y esto es muy preocupante. El’esto me lo he ganado yo solo’ es falso porque necesitamos a los demás y vivimos en sociedad. Debemos enseñar a los niños a ser empáticos, a convivir, a verse en los ojos de los demás y a colaborar”.
“Queremos que nuestros hijos sean árboles, pero no les preparamos para vivir en un mundo complejo y duro en el que además conviven con otros. Estamos haciendo una sociedad de bonsáis frágiles, con ramas que se rompen ante la mínima inclemencia porque les damos todo sin exigir nada y esto produce que haya un índice de insatisfacción brutal en los adolescentes, que están perdidos y sin objetivos”, explicó. “Hay que enseñarles a manejar la frustración y a que las cosas cuestan esfuerzo”.
Por último, apeló a la necesidad de marcar límites y a que los padres y educadores “deben ser figuras de autoridad”. “Los niños deben asumir que las conductas tienen consecuencias y tienen que tener un referente que les marque dónde están los límites cuando no los ven o no los quieren ver”.
“Debemos enseñarles a adaptarse cuando las cosas no salen como se esperan y darles herramientas para poder adaptarse a una sociedad en constante cambio, pero para eso lo primero que deben ser es ser generosos con ellos y con los demás”.
Para Gillian Flaxman, Directora del British Council School. “Es fundamental impulsar este tipo de iniciativas abiertas para que los padres puedan formarse y solventar sus dudas. La educación emocional es clave para que el día de mañana tengan la resiliencia suficiente para adaptarse a los cambios de la sociedad actual”.