Desde que empiezan a aprender una lengua, a los niños les encanta leer libros ilustrados. Aquí tenéis algunas sugerencias sobre cómo seleccionarlos y utilizarlos con vuestro hijo para aprender inglés.
Cuentos ilustrados
Cada año se publican en el Reino Unido miles de libros ilustrados para niños (libros donde las ilustraciones ocupan gran parte de cada página y complementan al texto, N. de la T.). Las estanterías dedicadas al público infantil en las librerías ofrecen una desconcertante variedad de títulos, nuevos y no tan nuevos, ilustrados por algunos de los mejores artistas que trabajan en las islas británicas. Los nativos tienen muchas oportunidades para disfrutarlos, y no hay ninguna razón por la que los niños de otros países que aprenden inglés no puedan apreciarlos también.
Las ventajas de empezar pronto
Desde el primer momento en que empiezan a escuchar la lengua inglesa, los niños pueden pasar un buen rato con libros ilustrados cuidadosamente escogidos. Si los manejan en compañía de un adulto que dé vida a las páginas, enseguida comprenden sus breves textos.
Los benjamines de la casa están familiarizados con los relatos. Ya a una tierna edad, cuando empiezan a hablar, lo hacen en un estilo narrativo con el que cuentan en forma de historia las experiencias cotidianas que los definen a ellos mismos, expresando sus ideas, esperanzas y emociones en forma de palabras o con sus dibujos y con el juego imaginativo.
Muchos ya están acostumbrados a descifrar las historias y la información que reciben a través de la televisión o las películas que ven en su primera lengua, mientras que otros pueden haber tenido la gratificante experiencia interactiva de compartir con alguien un cuento ilustrado. Si cuentan con la orientación paterna o materna, la mayoría descubre enseguida cómo trasladar sus habilidades individuales de descodificación para extraer el significado de los libros ilustrados en inglés.
El hecho de leer con los niños este tipo de libros no tiene como único fin el ir enseñándoles otro idioma, sino brindarles una ventana más amplia al mundo, guiados por sus padres. Esta interacción con ellos ofrece a los pequeños, además, nuevas oportunidades para desarrollarse de forma holística a su propio ritmo, sabiendo que cuentan con el apoyo de papá y mamá. A medida que van leyendo más libros, aumenta su confianza en sí mismos, tal y como suele observarse en el modo en que abordan las situaciones desconocidas, ya sean relacionadas con el inglés o con otras nuevas experiencias.
Los libros ilustrados proporcionan a unos y otros una razón evidente para pasar del idioma materno a hablar en inglés. Los adultos que no tengan demasiada seguridad con esta lengua descubren que el texto fijo de estos libros resulta muy práctico para dar pie a ese diálogo. No solo facilitan un contenido para leer y compartir, sino que pueden ser la base para la interacción, que los padres pueden ajustar a las necesidades de desarrollo, los intereses y los conocimientos de sus hijos.
Algunos padres quizá se preocupen por si estos libros no encajan con el programa de estudios o el libro de clase que sigue su hijo en el colegio. Pero leer cuentos ilustrados constituye una experiencia educativa adicional en inglés, que contribuye a unir a las familias y a que los niños se den cuenta de que hablar en inglés en casa es una manera de pasarlo bien. Muchas familias se divierten deslizando en las conversaciones cotidianas frases tomadas de cuentos en inglés. “Not now, Bernard” (“Ahora no, Bernardo”), por ejemplo, es una de las preferidas.
Aprender de los libros ilustrados
Pasará un tiempo hasta que vuestro hijo esté listo para hablar de los libros ilustrados que ha leído en inglés. Su silencio, sin embargo, no significa que no esté escuchando y aprendiendo. Los niños, por lo general, entienden más de lo que son capaces de expresar verbalmente y, si ese rato de lectura se dedica solo a esta actividad y se lo pasan bien con ella, lo más probable es que quieran aprender las nuevas frases en inglés a su ritmo. Al fin y al cabo, en su constante exploración del mundo que los rodea, suelen estar dispuestos a descubrir cosas nuevas, especialmente si se les anima a ello y se les presentan de forma atractiva.
Es posible que los padres subestimen la capacidad de sus hijos para entender más palabras cada vez que abren juntos un libro ilustrado. Muchos se sorprenden al ver lo dispuestos que están los más pequeños a “leer” si les animan a terminar una frase o a decir alguna palabra destacada, como “No”, cada vez que aparece. Una vez que averiguan cómo pueden participar, los niños van desarrollando su capacidad para comprender pequeñas oraciones enteras hasta que, finalmente, pueden recitar casi todo el texto que acompaña a las ilustraciones al pasar la página. ¡No pocos padres acelerados que deliberadamente se saltan alguna palabra comprueban encantados cómo su compañero de lectura les señala inmediatamente el “error”!
El umbral de aburrimiento infantil difiere del de los adultos. Muchos críos piden que les lean el mismo libro una y otra vez. Es necesario que los padres respondan de forma positiva a estas demandas, ya que proporcionan la repetición natural que necesitan sus hijos para entender el significado o para ir aprendiendo nuevas palabras o expresiones, mientras confirman y refinan las que ya adquirido.
Los libros ilustrados, denominados a veces “real books” (“libros reales”) para distinguirlos de los textos adaptados por niveles, hacen que los pequeños entren en contacto con el mismo vocabulario y las estructuras gramaticales que los niños nativos.
Las ilustraciones en estos libros no se limitan a apoyar la comprensión de las palabras, como puede ser el caso de numerosos libros de texto, sino que están realizadas con estilos artísticos sumamente variados que enriquecen de forma natural las experiencias visuales de los niños. Uno de los placeres de leerlos con ellos es que en la primera ojeada tienden a fijarse en el conjunto de la imagen, pero tras varias lecturas suelen ir surgiendo matices y detalles.
En ocasiones las imágenes han sido creadas por ilustradores de renombre, o pueden consistir en fotografías o figuras tridimensionales en papel. ¡Qué emocionante es para los pequeños lectores sostener en sus manos una obra de arte! No cabe duda de que el contacto con los cuentos ilustrados incrementa su habilidad para interpretar los elementos visuales, y con el tiempo influye en su creatividad y en su capacidad para apreciar el diseño y las artes plásticas.
Asimismo, los libros ilustrados ayudan a los niños a encontrar sentido a su propia vida, ya que les permiten adentrarse en las situaciones emocionales contenidas en ellos como apoyo para superar frustraciones personales, o encontrarse con experiencias emocionantes e imaginativas que trascienden su propio entorno o incluso sus sueños. Imaginad la fuerza que invade a un niño o a una niña que cierra con energía su libro mientras exclama: “GOODBYE Giant!” (“¡ADIÓS, gigante!”).
Cómo seleccionar libros ilustrados
Los libros ilustrados pueden ser:
- cuentos: una narración sencilla y corta que incluye diálogos y rimas;
- libros informativos, con un breve texto explicativo;
- libros de poesía, que pueden presentar una historia en verso o una antología de poemas;
- libros desplegables, con un texto breve y figuras 3D en papel;
- series de libros sobre un personaje, acompañados de un muñeco o marioneta.
Es necesario que los padres elijan libros que puedan leer con seguridad y les gusten a ellos mismos, ¡el entusiasmo es contagioso! Antes de presentar a los niños un nuevo libro, tienen que pensar en el modo en que van a leer el texto y, cada vez que lo vuelvan a leer, hacerlo de la misma manera, pues si la lectura va cambiando resulta más complicado entender el vocabulario.
En las primeras etapas es fundamental decantarse por libros con un texto breve, a fin de que los pequeños espectadores entiendan mejor las palabras y estén motivados. Los niños se dan cuenta de sus logros, y estos, junto con las merecidas alabanzas de los adultos, favorecen un sentimiento positivo hacia esta experiencia lectora en inglés.
Cuando un texto, aunque sencillo, sea algo más largo, es aconsejable, por lo general, limitar la primera lectura a lo esencial de la historia. Una vez se haya comprendido, se pueden añadir paulatinamente las descripciones con gestos, pronunciando claramente las palabras y enfatizando las sílabas en las que recaen los acentos.
Al escoger un libro ilustrado, es recomendable tratar de que incluya también vocabulario un poco por encima del nivel de vuestro hijo, de modo que pueda empezar con un léxico que le resulte familiar para pasar a aprender algo nuevo.
Cuando haya disfrutado con varios libros lo más probable es que ya haya adquirido la costumbre de “leer” en familia en inglés de forma habitual.
Idealmente, un libro debería contener algunas palabras o frases cortas que puedan aplicarse al inglés cotidiano de los niños, ofreciéndoles así la oportunidad de emplear sus capacidades innatas para hacer uso de ese vocabulario en distintas situaciones.
CD y DVD
Hay cuentos que se venden con un CD o un DVD, que ofrecen a los niños una experiencia diferente, menos íntima y más pasiva que el contacto directo con el libro. Para un aprendizaje en profundidad, lo mejor es esto último, esperando hasta que los niños conozcan de memoria la mayor parte del texto para ponerles el CD o el DVD.
Aparte de la riqueza que supone la experiencia de leer el libro, más completa, puede que los pequeños no estén listos, antes de haberse familiarizado con el texto, para enfrentarse a una voz e incluso un acento extraño, distintos de los de sus padres.
Para entonces, es probable que los niños hayan descubierto cómo disfrutar del libro ilustrado en sí, y quieran incluso leérselo ellos solitos.
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La hora de leer
Si queréis conseguir que los peques de la casa se habitúen a disfrutar con la lectura, es importante crear el clima adecuado, y que ellos sepan cuándo pueden acercarse a vosotros y contar con toda vuestra atención para poder ver juntos un libro.
Puede tratarse de un momento aislado o formar parte de una sesión más amplia que incluya otras actividades en inglés. Lo ideal sería que hubiera un “rato para leer en inglés” todos los días, o al menos todos los laborables, alrededor de la misma hora, ya que un contacto breve pero frecuente es más eficaz que sesiones más escasas aunque más largas. La duración puede ir desde diez minutos hasta algo más prolongado, dependiendo de la disposición de los niños para aprender y del estado de ánimo en que se encuentren cada día. La regularidad aporta un sentimiento de seguridad y contribuye a que esperen ese momento con ilusión.
Es buena idea escoger juntos qué libro vais a leer, ya que las peticiones de los niños pueden esconder necesidades emocionales o lingüísticas. La mejor manera de introducir un nuevo título es cuando ya estén empezando a “leer” los otros libros, y reservarlo para un día en que tanto padres como hijos os sintáis bien.